3.- PREVENCIÓN DE LA CORRUPCIÓN. III PARTE. (continuación)
Como se dijo, esta economía fundamentalista podría ser útil y beneficiosa en un país que tuviera la cultura empresarial y nacional en sus acciones productivas. Sin embargo, el sistema ideado en plena dictadura y para la dictadura militar, si alguna vez tuvo un propósito de bien común, no pasó mucho tiempo, no alcanzó a madurar no a manifestar los síntomas de la madurez fértil, pues, aun en su nivel parvulario fue y ha sido objeto de las más indecorosas violaciones.
En efecto, la libertad social de mercado ha sido devastada en cada ocasión que es posible hacerlo. Así ocurrió con la industria del cerdo; con la del papel, con la de los pollos, con el transporte cada vez que hay un aumento de flujo. No es nuestro tema la denuncia, sino la prevención. Basta un llamado telefónico para que se borre la mano invisible que controla los precios y estos suben en cada caso por acuerdo entre los gerentes, sin que el estado haya podido intervenir a tiempo, atendido que los niveles de fiscalización producto del concepto de libertad y del dejar hacer, han disminuido enormemente, no solo el número de sus funcionarios, sino, también sus facultades.
Digámoslo de paso, tales fiscalizadores se encuentran siempre sujetos a la dádiva o a la recompensa para que den vuelta la cabeza frente a los fraudes, ello impulsados por la falta de remuneraciones que les otorguen independencia y solvencia para sus necesidades esenciales.
Es evidente que frente a estas circunstancias toda la actividad económica y todas las empresas caen bajo la sospecha de corrupción y fraude, justos y pecadores, se even analizados y motejados de lo mismo, hoy la corrupción en chile es transversal y corre de capitán a paje, especialmente cuando el capitán, es uno de los hombres más rico del país y conocedor directo de las variables económicas, tema útil para las inversiones oportunas y gananciosas.
¿Qué HACER, ENTONCES?
1.- El problema de la corrupción ha demostrado que el exceso de la libertad en ciertos aspectos económicos no se encuentra de acuerdo a nuestra idiosincrasia, principios de probidad y sentido de bien social, en consecuencia, lo primero que el legislador conciente de este problema debe hacer es limitar la libertad económica y poner como principio fundamental que el empresario en Chile debe mirar conjuntamente con la viabilidad de su emprendimiento un resultado que vaya en beneficio del colectivo nacional.
Con ello se fija un piso esencial que permite otras acciones paliativas accesorias, las que hoy se encuentran limitadas por el exceso de libertad económica, la que como se sabe y se critica cada día, solo ha permitido una extravagante acumulación de riqueza en manos de unos pocos, los que tienen la desfachatez de explicarnos que las inversiones deben buscar su optimización de ganancias en el extranjero. Y que conste, que lo dicen esto son los que juran ser patriotas y nacionalistas.
2.- En segundo lugar, derrumbado el muro legal que limita la acción del Estado en el control de la economía y sin entrar a mayores reformas que impliquen un proceso de discusión económica, donde los que más opinan en favor de la libertad económica, son aquellos paniaguados que se encuentran felices en la recepción de algunas prebendas menores. Porque, el caso es que no se piden favores, sino derechos y uno de estos derechos es que los conceptos de equidad y justicia económica sean la base de una economía que redunde en el bien de todos y no solo de unos pocos.
Para lograr lo anterior es necesario que el estado fiscalice.
Pero que fiscalice en sentido de aplicar el imperio con que cuenta la ley fiscalizadora. Ello nos lleva a fortalecer los servicios públicos en todos aquellos ámbitos que sean necesarios, verbigracia, fiscalización de la ley laboral; de las disposiciones de protección del consumidor; de las leyes de medio ambiente; de las normativas que rigen el comercio; especialmente de las normas anti monopolios, normativas sanitarias: bancarias; impositivas y todas aquellas en que la ciudadanía ha puesto sus ojos críticos, pues, sufre en carne propia los desajustes que las malas prácticas de la economía.
3.- En la línea de cumplimiento de las falencias y desatinos antes enunciados, corresponde también que se eliminen por parte del Estado la facultad para personar acciones que impliquen fraude. En este sentido el fraude a privados tenidos como contraparte se encuentran sancionados en virtud de una acción o demanda interpuesta ante los tribunales de justicia. Sin embargo, hay grandes y enormes fraudes en los que el estado se da el lujo, por medio de los agentes y gobiernos de turno, en perdonar sin causa alguna o con causas sospechosamente no acreditadas elevadas penas o multas que a los infractores correspondía aplicar.
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