VOLVER A CLASES RECUPERAR LA NORMALIDAD.
Es una realidad indiscutible que el proceso de tratamiento político-social de la pandemia ha traído enormes problemas de carácter social e individual, esto es hablando en términos generales. Ahora bien, imaginemos el impacto que puede haber dado en la mayoría de los educandos, quienes prácticamente han estado secuestrado estos dos últimos años, en sus hogares, en el caso que el hogar cumpla sus fines y funciones como tal. Sin embargo, hay que considerar que el enorme porcentaje de ciudadanos que viven en la pobreza, apretadamente en el mes a mes, lo que implica un elevado porcentaje disparado casi al 60%, lo que se concilia perfectamente con la idea que este mismo porcentaje de personas tiene ingresos menos a los quinientos mil pesos (+/- $US 600).
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Las encuestas sobre internet dicen que en nuestro país, el oasis de Latino América, más del 45% de familias carecen de internet, lo que imposibilita el acceso a clases on line. Un 14% no tiene ningún acceso y, el resto, solo lo tiene mediante telefonía móvil.
Todo lo anterior nos lleva a comprender que en la mentalidad de un niño tales carencias no solo constituyen una forma de violencia activa, real, cruel y de enorme trascendencia, desde, que su acumulación obligadamente tiende a explotar, estallar, en alguna de las formas más recurrentes, el delito, la drogadicción, la prostitución infantil.
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Es evidente que la Escuela, Colegio, Centro de Estudios es un apoyo eficaz en la formación de los niños y adolescentes y, digámoslo en términos de la realidad, no solo en materia de educación, también en la forma correcta de distraerse, socializar, constituir sus propias redes de apoyo comunicacional, esto último, aspecto de real importancia en los jóvenes. Pero, en la situación actual de mala condición económica de miles de chilenos, también la Escuela en algunos casos contribuye a la alimentación de los menores, y en esto hay consecuencias realmente dramáticas para el desarrollo natural de los niños en especial.
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Es indudable que este estado de pandemia que afecta principalmente a las familias de menores recursos económicos va a producir una brecha mayor a la existente en los próximos años, de tal modo que no nos extrañemos del aumento vergonzoso, aberrante e inaceptable de la desigualdad de condiciones materiales objetivas en la vida de las personas, que determinan que cada día los pobres serán más pobres y, al contrario, la riqueza aumentará en los ya ricos.
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Todo lo anterior, obliga a tomar una decisión importante sobre si abrimos o no las Escuelas y Colegios para normalizar la vida de los niños y jóvenes. Asimismo, para darles toda clase de asistencia para la solución de los conflictos personales y colectivos, privados, familiares y públicos, y de cualquier otro tipo que afecten a los menores de la militancia escolar. Ello, es una labor, fin y objetivo preferente del Estado o, al menos, debiera serlo.
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Sin embargo, no se puede abrir las puertas de los colegios sin tomar alguna medidas, las que ya han dado las entidades públicas y privadas, para resguardar la salud y la integridad de los menores y, al mismo tiempo fijar una política clara de responsabilidad de las entidades educacionales y sus docentes, pues, no es lo mismo esta responsabilidad en tiempos normales, que en estado de pandemia, en que las causas de las enfermedades se hacen confusas y cuyo buen resultado no solo depende del colegio, también de la actitud de padres y apoderados respecto al tema de prevención de enfermedades y accidentes.
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RECOMENDAMOS.
Desde esta página recomendamos las siguientes medidas.
1.- Ver cada caso en particular apoyándose en la decisión de padres y apoderados para recibir al alumno presencialmente.
2.- Conocer claramente cuanto reforzamiento han hecho los padres y sobre que medidas de prevención Si lo han hecho o si no conocer la situación particular.
3.- Dar preferencia en la presencialidad a aquellos alumnos que no cuentan con medios técnico electrónicos.
4.- Hacer de la educación una cuestión de expresión colectiva que integre a todos los sujetos intervinientes: Padres y apoderados, administración de la entidad, alumnos, docentes, ayudantes, funcionarios.
5.- Medidas de prevención prácticas, elementales, concientizadas y permanentemente reafirmadas por el colectivo.
6.- Concientizar a los intervinientes en el proceso educacional de las medidas sanitarias, como una función principal de la educación.
7.- El fin es el rescate de los niños y adolescentes, la educación misma en cuanto a materias de estudio es consecuencia o resultado de lo anterior.
8.- Enfatizar el bienestar socioemocional.
9.- Manejo de los espacios conforme a las normas sanitarias.
10.- El rescate de la emocionalidad de los niños y jóvenes requiere más actividades extraprogramáticas.
10.- Incorporar en la toma de decisiones a todos los actores de la comunidad educativa, considerado las necesidad, experiencias y realidades locales, regionales y de cada establecimiento.
11.- Los profesores, docentes y funcionarios, también han sido víctimas de la pandemia, en consecuencia, la preocupación sobre ellos importa para beneficio de los educandos.
12.- Conforme a lo anterior, el monitoreo de los estados anímicos de la comunidad, en lo colectivo y particular, debe ser monitoreado.
13.- Poner atención en el traslado de los estudiantes y en la educación sanitaria de los conductores y “tíos”.
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Es indudable que aún tomando todas estas medidas, es posible que los síntomas de la pandemia ataquen a uno o más miembros de la comunidad educacional. En tal caso, la situación debe ser conocida a la brevedad por los agentes del Servicio de Salud Público, para su detección, control y tratamiento. Aunque ello suceda, porque sucederá, no se puede caer en pánicos e histerias, pues, el Covid y sus variables, no nos puede vencer, dado que se supone que somos inteligentes y, en consecuencia, aplicaremos las medidas que nos permitan recuperar la normalidad.
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