TRABAJO EN CASA.
Queridos Amigos: Sabemos que a raíz de los peligros que ha traído a la sociedad el Covid19, se ha privilegiado el trabajo on line, es decir, el realizar las funciones que nos corresponden como trabajador de una unidad productiva por internet y trabajando en nuestra casa con nuestro computador. Teniendo presente este hecho quiero preguntar y requiero respuesta sincera:
¿QUÉ ES MÁS CANSADOR Y AGOTADOR? EL TRABAJO PRESENCIAL O EL TRABAJO EN LA CASA.
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Hay que considerar, para descubrir la verdad que la pregunta encierra, que permanentemente nos encontramos frente a un riego que de transformarse en peligro efectivo, nos podría acarrear la muerte, dejarnos con serias secuelas o, al menos, incapacitarnos temporalmente, con enorme sufrimiento para el enfermo y su familia.
El riesgo permanente suspendido sobre nuestras cabezas, ciertamente produce otro tipo de pandemia, otra clase de enfermedad colectiva que cada día y, a medida que transcurre el tiempo sin que la sociedad encuentra la solución o de fin a la pandemia, produce verdaderos estragos en el alma y el espíritu de las personas.
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Muchas personas pueden trabajar en su hogar, pero, tampoco se encuentran ajenas a las consecuencias psicológicas del encierro, la incomunicabilidad, el ver, sentir, oír a los otros, a los que durante mucho tiempo han sido sus compañeros de trabajo. Asimismo, estar presencialmente juntos con sus amigos, compartir y celebrar ocasiones como corresponde hacerlo en la vida que tiene una forma de normalidad en el comportamiento social.
Pero, el que debe trabajar presencialmente, se encuentra con los riesgos diarios y cotidianos de las agrupaciones en los diversos lugares públicos como el metro, el autobús, los paraderos, los comedores, en fin. Pareciera un chiste cruel las exigencias del Ministerio del Trabajo que pide cuidarse de los contagios, cuando no hay posibilidad alguna de hacerlo, pues, la gente, no tiene medios para mantenerse sin trabajar ni el Estado los ha proporcionado o si lo ha hecho, lo ha hecho pobre y tardíamente, utilizando el concepto limosna y no el de ayuda efectiva, como se le ha solicitado reiteradamente.
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Es evidente que el terror que sufre el hombre trabajador a contagiarse y contagiar su familia, es el mismo que sufre el que se encuentra encerrado laborando vía internet, pagando su equipo, pagando la conexión, sin posibilidad de obtener otros ingresos más que su mísero sueldo o remuneración, con el temor al hambre de sus hijos y familia, al deterioro mental por agrupamiento en un sito donde cuatro o cinco personas deben vincularse armónicamente en 50 o sesenta mts2., lo que implica someter el natural bullicio de los niños y soportar el silencio y la tranquilidad que exigen los abuelos ¿Cómo armonizar esta circunstancia? Especialmente cuando se teme que el dinero no alcance.
Esto, no es materia de lucubración, es una realidad. “,3 o más millones de personas, de clase media, han caído en la pobreza por falta de recursos, con el correspondiente drama de enfrentar la miseria.
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La falta de recursos de las pequeñas empresas ha traído como consecuencia (terrorífica), que han debido parar, cerrar o quebrar, con la consecuencia que a lo menos dos millones de trabajadores han quedado cesantes en medio de la pandemia. Todo lo que crea un paisale social hostil a la política del gobierno y con una carga de explosividad que se manifiesta primero, en los aspectos delictuales: como el asalta y robo y el consumo y venta de drogas.
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La consecuencia y los efectos del trabajo on line comienzan cuando el trabajador se pregunta en este estado, ¿dónde está mi tiempo laboral y dónde mi tiempo de hogar? Y la verdad es que le es difícil dar una respuesta seria, efectiva y real, desde que trabajar en el hogar es trasladar todas las preocupaciones del trabajo al seno familiar. Hacer que la familia comparta los temores, las exigencias, el comportamiento general y los procedimientos que se siguen en la unidad de trabajo, pero, donde la solución no le es dada por la dirección, jefatura o supervisión, sino, por el mismo. Desde marzo de 2020 o tal vez, desde octubre de 2019, es que se ha privilegiado el trabajo on line, por internet o trabajo remoto, como se le quiera designar, es decir, ha ya, más de un año de hacinamiento, molestias, malestar doméstico.
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Para superar la crisis psicológica hay que desconectar los problemas. Pero, en las condiciones de encierro y de pandemia ello pareciera imposible. Veamos cómo nos comportamos un día de encierro en casa de un matrimonio con dos hijos menores y un abuelo. Tal vez, lo normal. Amanecimos pensando en que hay que terminar el trabajo que no se alcanzó a terminar a media noche, por cansancio y sueño. Nos tomamos la cabeza para ordenar las ideas. De pronto el miedo al atraso, acarrea también el miedo al reproche y al despido, entonces, vienen en tropel los monstruos de la ansiedad que nos hacen traspirar, desatando las bestias del estrés, que agudizan los malos y terribles pensamientos. Entre tanto, la cónyuge pregunta sobre algo que no queremos oir, los niños reclaman y el abuelo pide silencio porque le duele la cabeza.
Es un círculo vicioso, maligno, en un hábitat de miedo a lo que puede pasar.
El tiempo del descanso ni siquiera se ve en la distancia. En realidad, nada se ve, solo hay sentimientos de amargura, desesperación y cansancio. Agotamiento, de tal magnitud que lo único que puede salvarnos de ello es la muerte.
Karoshi, es el término que se utiliza para referirse a las muertes ocasionadas por la sobre carga de trabajo. Es una concepción japonesa, donde por razones de idiosincrasia abundan los suicidios. Pero, en el flemático Chile, de emociones y sentimientos leves, también se ha producido, según lo señala la literatura en recursos humanos y las noticias.
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No me cabe la menor duda, que las condiciones prolongadas de trabajo “on line”, ha producido un agotamiento a la mente, al espíritu y a los psicológico de los trabajadores trasplantados desde la unidad laboral a las habitaciones de su hogar.
BURN OUT, asi se designa por los psicólogos laborales el cansancio y agotamiento producido por el trabajo. Es el síndrome de estar quemado. Es el cansancio que se produce durante la noche de sueño débil y liviano dominado por las preocupaciones sobre las responsabilidades que en medio de esta crisis se tiene con la familia. Es el cansancio extremo que se une a la depresión, a la angustia, al estrés, que luego de algún tiempo sale del espacio individual hacia el ámbito colectivo, sumando más y más trabajadores.
Agreguemos que la decisión de eliminar un gran grupo de trabajadores obligó a repartir la carga laboral en los que quedaron, con lo que el agotamiento físico se une al psicológico formando una mezcla explosiva.
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El remedio para esta enfermedad, siguiendo a Santo Tomás, el filósofo de Aquino, es el goce pleno. Contra el dolor del alma y del espíritu, ud., goce de la vida, coma bien, beba un buen vino, vaya a lugares amplios de hermosos paisajes, escuche buena música y comparta con sus amigos. Todo lo que requiere dinero, justamente el que escasea y falta en esta época. En consecuencia hay que mirar a la solidaridad, a los buenos amigos, a los familiares queridos, y a todos aquellos que nos pueden sostener en este tiempo de enfermedad y miseria, pues, hasta ahora, el GOBIERNO NO HA TENIDO LA MENOR INTENCIÓN DE AYUDAR A NADIE que sea de la clase trabajadora, solo ha ayudado a sus congéneres empresarios que han aumentado su riqueza en un 70%.
De ahí que muchos piensan en la expropiación violenta de las utilidades obtenida en tiempos de miseria generalizada, si egoístamente siguen negando dar la ayuda que la masa de chilenos requiere para satisfacer sus necesidades básicas y poder ayudar, efectivamente, a terminar con la pandemia.
Ambas acciones se encuentran encadenadas y son inseparables.
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Los expertos recomiendan poner atención a estas condiciones. Si caes en un par de ellas, debes consultar de inmediato un psicólogo laboral o un psiquiatra especializado en problemas psicosociológicos.
- Al levantarte sientes el cuerpo pesado, náuseas, no puedes abrir los ojos, color negro en la cuenca ocular.
- No quieres ir a trabajar. No estás con ganas de nada.
3.- Te das cuenta que no piensas claramente y cometes muchos errores simples.
- Piensas que te pueden despedir, pero, no sabes que hacer.
- Te aíslas, no conversas con tus amigos, no vas a los eventos que te gustan. Tus compañeros son tontos y te caen mal.
- Quieres matar a tu Jefe y a algunos de tuis compañeros.
- La presentación personal es deplorable al igual que tu lugar de trabajo.
9.- La convivencia en el hogar se ha deteriorado por tu mal carácter.
- Nadie te comprende.
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