

PROBLEMAS LABORALES EN PANDEMIA.
Nos referimos a los problemas laborales para señalar todas aquellas situaciones que generan un conflicto, insatisfacción o dificultad en el trabajo. En una gran división solo con fines didácticos, podemos separar los problemas que son de carácter material y que tienen que ver con las deficiencias de los medios, herramientas, el lugar de trabajo y las deficiencias derivadas de estas falencias. Por otra parte, se encuentran los problemas relacionados con la mala organización de los sistemas de producción, la falta de una dirección inteligente y un nivel de conocimiento de los temas que hoy califican los procedimientos adecuados en el trabajo.
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Así, pueden existir problemas relacionados directamente con la producción y problemas relacionados con la organización. Ellos, dan origen a diversos efectos que se traducen en accidentes en el trabajo y en enfermedades de carácter profesional.
Ejemplos de estos problemas: Lugar de trabajo inadecuado; falta de elementos propios de la faena; herramientas en mal estado o de mala factura; carga laboral excesiva. También puede ser problemas de comunicación; falta de liderazgo; jefatura tóxica; mal clima laboral.
La pandemia provocada por el Covid-19 ha provocado un severo trastorno a los sistemas y a la relación de producción, que se estimada “normal”, lo enfatizo, pues, en la realidad esa normalidad nunca ha sido beneficiosa para la producción ni para los trabajadores, atendidas las grandes deficiencias en la Gestión de producción.
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Entre los problemas laborales que se han detectado en este periodo de “normalidad”, se pueden señalar los siguientes, a vía de ejemplo, y por ser los más conocidos.
1.- Estrés laboral. Puede ser causado por la mala organización en losm procedimientos de la producción, mala calidad de la empresa o, lo que es la generalidad, jefes tóxicos. Recargo de trabajo o inadecuación laboral.
2.- Burnout, que se conoce también como el síndrome de estar quemado. Es el desgaste profesional, el aburrimiento por falta de incentivos de todo tipo en el trabajo, la mala dirección, la falta de comunicación con el grupo y con la jefatura, horarios excesivos. Todo lo que vaq cargando al sujeto trabajador de un estrés permanente que al final lo enferma y le impide acudir a su trabajo.
3.- Dificultad en la comunicación, sean en el plano horizontal o vertical. Esto obedece generalmente a la falta de liderazgo, un liderazgo relajado o el dejar hacer y dejar pasar en la comunidad laboral sin tomar medidas a tiempo. Este síndrome va unido a una gran frustración.
A la larga, esos problemas en el trabajo suelen generar frustración que lleva al trabajador a no estar sintonizado con la suerte de la empresa.
4.- Mobbing o acoso laboral. Es una forma de violencia laboral, junto con el acoso sexual y la discriminación. Son las tres puntas del arpón de la agresión, del terrorismo psicológico con que se ataca a los trabajadores. Sobre este tema hay una abundante bibliografía, pues, el Código del Trabajo, les define en el artículo 2. Estas tres forma de violencia laboral violan garantías constitucionales que se consignan en el art. 19 de la Constitución chilena actual.
5.- La Rutina, como efecto intranquilizador. El aislamiento del grupo en un comienzo entrega una sensación de libertad gratificante, pero, ello dura muy poco, pues, esta soledad en las funciones da origen a una incertidumbre, primero, sobre cuánto tiempo durará, segundo, cuánto tiempo puedo soportar esta situación, luego ¿y qué pasará? Para entrar de lleno a una decepción, temor al futuro, miedo por sí y la familia.
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¿Qué ha pasado con estos problemas del trabajo en tiempos de Civid19?
Pues, sin duda se han agravado. Imaginemos un trabajador de oficina que puede laborar por la vía de un sistema on line. Este trabajador no solo debe cumplir con su tarea como si estuviera en la faena, además, debe congeniar con un ambiente que no está preparado para el trabajo, que comparte con todos los ruidos, voces, olores, de la forma de vida doméstica, incluyendo el trajín incesante de los niños.
De ese modo el trabajador debe adaptarse a un nuevo lugar de trabajo, vencer el ostracismo laboral y dar solución por si mismo a los problemas laborales, que en su comunidad de trabajo conversaba con otros trabajadores o con su superior.
Es importante enfatizar que en el nuevo ambiente de trabajo, es decir, en alguna habitación del hogar, desde ya interrumpido en su quehacer habitual, se produce un aislamiento, una “no comunicación”, me refiero a la imposibilidad de ver, observar, hablar con otro trabajador presencialmente, lo que a la larga produce una especie de adormecimiento donde se pierde toda posibilidad de reforzamiento laboral positivo, o al menos de corrección. No debemos olvidar que el hombre es un ser social por esencia, igual que el trabajo, lo que acarreará como consecuencia ansiedad, taquicardias, ensoñaciones, léase momentos en que la mente se traslada a espacios más gratos y, al final, la depresión.
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Por otra parte, ello no significa que la violencia laboral disminuya. Al contrario, se hace más dolorosa y ofensiva, pues, son mensajes sin rostro, sin cara, casi anónimos que a la larga van alejando al trabajador de la comunicación total con su centro operativo.
Agreguemos, que las empresas han encontrado una nueva forma de ganancias, pues, al cerrar las oficinas ahorran luz, agua, gas, alimentación, dejando que sean los propios trabajadores que cubran esos costos, sin que ello signifique bonos o premios (en la mayoría de los casos), incluso, obligando a los trabajadores costear los computadores y los programas que se deben utilizar, y que ciertamente, requieren de mayor poder de enlace.
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Ayuda a que se agudice la situación de los trabajadores, por cuanto, los sistemas de fiscalización, control de las leyes laborales se ha anulado completamente por la pandemia. Por otra parte, las acciones ante los tribunales de justicia se han visto inhibidas por cunato, el Poder Judicial, al igual que otras entidades de la administración del Estado, no se han adecuado con eficiencia a los tiempos de pandemia, se han limitado las audiencias, en la práctica la prueba testimonial y todos los demás medios probatorio se han dificultado en su producción.
En esta situación es el estado el que debe manifestar su voluntad política de adecuar el sistema judicial a las necesidades que la pandemia ha creado. De otro modo, estaría violando gravemente sus fines y permitiendo el caos, desde que, hay una evidente desidia en proveer el acceso a la justicia, característica de toda organización sujeta al estado constitucional de derecho.
La mala organización que sorprendió al Poder Judicial, similar a la de otros servicios del Estado desfasada en relación de medios suficientes y apropiados, carente de recursos financieros, tecnológicos, materiales y humanos, con cobertura geográfica insuficiente o descoordinada, problemas logísticos, limitaciones en el acceso a la información y falta de transparencia, real o presunta en la opinión popular, agudiza enormemente la situación de los trabajadores on line.
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Veamos una sola cosa, como se puede acreditar una enfermedad laboral o un accidente del trabajo, sin estar bajo el control directo del empleador. La política laboral señala, utópicamente, que los trabajadores mantienen todos sus derechos. Ello, no podría ser de otro modo, pero, ¿Cómo acredita la enfermedad psicológica y la relación en esta y el trabajo? Del mismo modo ¿Cómo acredita el accidente?
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Claro, la digitalización funciona, podría ser una solución, pero, ¿cuánto están decidido los empleadores a entregar para su eficacia? ¿Cuánto estaría dispuesto el Estado a entregar a los trabajadores para estos efectos? ¿Cómo hacemos funcionar los sistemas de fiscalización? Inspección del Trabajo, Servicio de Salud y otros, cuando a la fecha solo nos hemos preocupados de salvarnos del contagio y, además, en muy mala forma.
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Al parecer los requerimientos no resueltos de la pandemia son un sunami que ha arrasado nuestro “oasis”, manteniendo los fundamentos del estallido social.
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